17/12/21
Aunque no lo parezca, con el anuncio del Metaverso estamos a punto de iniciar una nueva era no sólo en la forma en la que navegamos en Internet, lo que traerá la aparición de varios fenómenos de carácter social, cultural y económico.
Como se sabe, el metaverso será un constructo digital de realidad virtual en el que las personas podrán navegar usando dispositivos hápticos como visores o guantes, donde podrán convivir con otros usuarios en espacios comunes como salas de juntas, casas, jardines o centros comerciales virtuales y al que podrán entrar desde diferentes sitios, por ejemplo, una cuenta de Instagram o Facebook, una cuenta de Xbox o Play Station, una partida de Fortnite o una videoconferencia.
Los usuarios tendrán un avatar y una serie de propiedades digitales (como una casa o un salón de reuniones) y podrán invitar o visitar las de otros usuarios; en este sentido, el Metaverso pretende imitar la interacción física a través de constructos digitales que servirán como nuevos espacios de convivencia.
La aparición de estos espacios virtuales y la manera en la que los usuarios podrán interactuar, sin duda abre la puerta a nuevas formas de interacción y acción social que podrán impactar de forma definitiva en el comercio, el trabajo, la educación y el entretenimiento sin duda.
Basta recordar que la mera introducción de nuevas formas de socialización mediadas a través de plataformas digitales a finales del siglo XX y principios del XXI generó un cambio enorme en la escala de la asociación humana, cambiando radicalmente el consumo de medios, los negocios, la educación e, incluso, los movimientos sociales. Basta recordar la primera manifestación masiva contra la Organización Mundial de Comercio ocurrida en Seattle en el 99 y que fue facilitada por las TIC de aquel entonces; o bien, la primavera árabe en 2010, en el que la comunicación digital jugó un papel muy importante.
El cambio en la forma en la que navegamos, traerá nuevas necesidades, puesto que al aparecer nuevas propiedades digitales (como casas, tiendas, escuelas e incluso avatares), todas ellas necesitarán nuevos insumos digitales y que van desde certificados y documentos oficiales, hasta obras de arte, terrenos virtuales o ropa digital.
Este impulso comercial necesitará de dos elementos: los NFT y la tecnología Blockchain. Los token no fungibles (o copiables) son archivos codificados mediante la tecnología de blockchain que garantiza que dicha pieza es única e irrepetible. En la actualidad, el arte digital se basa en este desarrollo para garantizar la autenticidad e irrepetibilidad de piezas artísticas.
Aparte del mercado de arte, los NFT han encontrado un nicho importante entre coleccionistas y poco a poco son más quienes la utilizan, desde bandas musicales, hasta equipos de fútbol y estrellas mediáticas. No obstante, no serán los únicos usos, puesto que las nuevas propiedades digitales que se generen en el metaverso, requerirán certificados, sellos y demás documentación que avale su autenticidad.
Por tanto, ello requerirá de una nueva cadena de suministros en la economía digital basada en los NFT. Por una parte, será necesario empresas especializadas en su creación y diseño, que garanticen su portabilidad e interacción en todas las esferas del metaverso.
Además, se requerirá de quien codifique correctamente en cadenas de bloque y garantice su autenticidad y originalidad. Por supuesto, faltará quien distribuya todos estos nuevos activos digitales y, por supuesto, quien resguarde y almacene estos activos digitales, puesto que, en algunos casos, su valor llegará a las nubes.
Así, los NFT serán unos de los principales activos en la economía digital que creará el metaverso, lo que no sólo implica una transformación del manejo del dinero y los capitales, sino un reto para las empresas y las instituciones en la medida que tengan que adaptar sus productos, servicios e incluso experiencias a una nueva forma de navegar en Internet que está mucho más cercana de lo que parece.
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